
Cuando intentamos explicar la fe cristiana en la universidad, necesitamos algo tan fiel a la Biblia como fácil de recordar y compartir. El esquema «Dos maneras de vivir» cumple precisamente esa función. En seis pasos breves —creación, rebelión, juicio, cruz, resurrección y respuesta— condensa la gran narrativa bíblica y la mantiene centrada en Jesucristo. El diagrama puede dibujarse en segundos sobre una servilleta o enviarse como imagen por WhatsApp, pero detrás de su simplicidad hay una profundidad capaz de sostener largas conversaciones sobre Jesús. Además, la estructura provoca el diálogo: después de cada paso surge la pregunta natural: «¿Y tú dónde encajas en esta historia?», lo que evita el monólogo y fomenta la escucha mutua.
Otro beneficio de este método es que puedes empezar a contarlo por la etapa que desees (aunque siempre será mejor terminar compartiendo las seis). Cada paso ofrece conexiones con conversaciones cotidianas, de modo que es posible vincular muchos temas con el mensaje central del evangelio. En cada sección se sugieren algunos disparadores, pero lo cierto es que ¡todo tiene que ver con Jesucristo! Seguramente encontrarás otras oportunidades para conectar a las personas con las buenas noticias. Veamos estos seis pasos.
Creación

Dios es el buen gobernante y creador del universo. «Digno eres, Señor… porque tú creaste todas las cosas» (Ap 4:11). Dios ha creado todas las cosas y, por lo tanto, le pertenecen. Él nos creó con el propósito de que gobernemos la tierra como sus representantes, haciéndolo como Él y bajo su autoridad.
Las conversaciones acerca del significado de la vida o del origen del universo son grandes disparadores de este punto. Aquí vemos que Dios nos concede propósito, y ese propósito nos ofrece una vida plena y abundante. Además, el origen de todo recibe una respuesta positiva: detrás de la creación hay un Padre amoroso que quiso que existieras.
Rebelión

La humanidad decidió autogobernarse. Isaías lo describe con honestidad: «Cada uno seguía su propio camino» (Is 53:6a). Al rechazar la autoridad de Dios, distorsionamos nuestras relaciones con los demás, con nosotros mismos y con la creación. El pecado no es solo un fallo moral; es el deseo de gobernar nuestras vidas a nuestro modo, en lugar de dejarnos guiar por el Creador.
Este paso puede surgir en una conversación sobre por qué existe el mal en el mundo. A menudo nos preguntamos cuál es la causa de tantas injusticias, problemas y sufrimientos. El evangelio ofrece una respuesta clara y concisa: nuestra rebelión contra el Dios vivo y verdadero.
Juicio

Dios no pasa por alto la rebeldía. Hebreos 9:27 advierte que «está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio». La muerte no es un accidente biológico, sino el veredicto justo de un Juez que ama lo bueno y detesta el mal. Esta verdad pone la eternidad sobre la mesa. Es importante explicar que la justicia de Dios no responde a caprichos, sino que es siempre correcta y certera. Si el pecado significa alejarnos de la fuente de vida, ¿cómo no habríamos de morir a causa de él?
Las conversaciones sobre la justicia suelen dar pie a este punto. Todos conocemos personas que han sufrido grandes injusticias o que las observan a su alrededor y desean que alguien intervenga. El evangelio también responde a sus preguntas: Dios no dejará el pecado impune. Aquí es fundamental aclarar que nadie queda exento; todos somos pecadores.
Cruz

Jesús cargó con nuestra culpa. «El Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros» (Is 53:6b). En la cruz, el Hijo vivió la vida que no vivimos y murió la muerte que merecíamos, satisfaciendo la justicia divina y abriendo un camino de perdón. Aquella muerte que merecíamos por nuestros pecados la sufrió Él en nuestro lugar. ¿Por qué? Por el inmenso amor incondicional de Dios.
Cada día nos encontramos con personas que no se sienten amadas o valoradas, que viven en profunda soledad o cargadas de culpa. Jesús responde a esa necesidad: «Ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús». Él nos dio valor al pagar con su muerte para darnos vida; fue la mayor muestra de amor inagotable.
Resurrección

Jesús reina como Salvador vivo. Su victoria se celebra en 1 Pedro 1:3, que habla de una «esperanza viva» gracias a la resurrección. El sepulcro vacío confirma a Jesús como Gobernante y Salvador; ofrece una nueva vida que empieza ahora y se extiende a la eternidad. El mayor testimonio de que Jesús fue quien dijo ser es su resurrección. Si Jesús no se levantó de entre los muertos, nuestra fe sería vana.
Es común encontrarse con personas ansiosas por el futuro. El cristiano posee algo diferente: una esperanza segura. Cristo trae paz al corazón cuando asegura que, frente a cualquier aflicción, Él ya ha vencido al mundo.
Respuesta

Solo quedan dos maneras de vivir. «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que lo rechaza… permanece bajo el castigo de Dios» (Jn 3:36). Ahora debemos tomar una decisión. ¿Cómo responderemos a la obra de Jesús? Tenemos únicamente dos opciones: continuar viviendo bajo nuestro propio gobierno, como en el paso dos, o vivir bajo el gobierno de Cristo, nuestro amoroso Salvador. ¿Viviremos «a nuestra manera» o «a la manera de Dios»?
Muchas personas perciben que algo anda mal en su vida; una existencia rendida al pecado nunca produce buenos frutos. Es importante señalar cuánto cambia esta decisión. Eso sí, elegir a Cristo implica transformar muchos aspectos de nuestra vida, lo que a menudo genera resistencia.
Cómo compartirlo en la universidad
Compartir «Dos maneras de vivir» funciona mejor cuando la conversación comienza con preguntas genuinas sobre la cosmovisión del interlocutor. A partir de ahí, el diagrama sirve como mapa visual que puede trazarse rápidamente en un cuaderno. Nuestro propio testimonio ilustra el paso de «mi manera» a «la manera de Dios» y muestra los frutos de elegir correctamente. Motiva a leer juntos un evangelio —Marcos, por su brevedad, suele ser ideal—. La conversación suele concluir con la invitación explícita: «¿Dónde te ves hoy y qué pasos deseas dar?». Respetamos el proceso de cada persona, pero dejamos claro que la decisión es ineludible.
Aprópiate de la herramienta
- Memoriza las seis frases con sus versículos.
- Practica la explicación con un compañero cristiano hasta que fluya con naturalidad.
- Ora por dos o tres amigos a quienes quieras presentarla este mes.
- Transmítela a otros miembros de tu grupo universitario: el objetivo no es acumular folletos, sino multiplicar mensajeros.
Al fin y al cabo, el poder descansa en el evangelio mismo (Ro 1:16) y en el Espíritu que convence, mientras «Dos maneras de vivir» sigue siendo un sencillo pero valioso mapa hacia Cristo.
¡Que Dios te use en tu universidad!
Inspirado en la página «Two Ways To Live» de Mathias Media